En el día de hoy conmemoramos la llegada de las primeras Hermanas de Don Orione a la Argentina, fue un hecho histórico y lleno de esperanza.
Las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad traían consigo el carisma y la misión de servicio impulsado por Don Orione.
Este evento marcó el inicio de una nueva etapa en la evangelización y el acompañamiento pastoral en la región, abriendo puertas a un futuro de amor y dedicación inquebrantables hacia los más necesitados.
Compartimos a continuación algunos fragmentos del libro “SAN LUIS ORIONE Y LAS PEQUEÑAS HERMANAS MISIONERAS DE LA CARIDAD (1900-1940)”, un estudio histórico del Padre Antonio Lanza (Roma, 1996).
La primera expedición de Misioneras de la Caridad en Argentina
Don Orione – como hemos visto – acunó el plan de traer las tiendas de sus hijas a América ya desde sus primeros viajes más allá del océano, y no quedándose en deseos genéricos, sino pensando en soluciones concretas.
Habiéndose trasladado de Brasil a Argentina, ante la necesidad de iniciar alguna actividad caritativa para suplir la necesidad real de asistencia y al mismo tiempo conmover la indiferencia con que el pueblo había acogido a los primeros misioneros que allí llegaron, el 16 de febrero de 1922 escribe a Don Mario Ghiglione. “Estoy trabajando para llamar a las Hermanas aquí”.
(…)
El 15 de septiembre (1930), reunido en la capilla de San Bernardino (…) presentó oficialmente el programa de una primera expedición misionera, a la que seguiría en breve una segunda (…)
El entusiasmo con el que se aceptó la propuesta propició la llegada de adhesiones superiores a las solicitadas. Así fue más fácil elegir a las seis Hermanas que debían partir.
El 21 de noviembre Don Orione comunicaba algunas noticias sobre las tareas que debían realizar las elegidas para las Misiones:
“Sería el primer Cottolengo que se abriría en América del Sur. En efecto, es una Casa que deberá acoger (…) a los enfermos y desamparados de toda clase, de toda edad y sexo, de toda nacionalidad y religión -verdadera casa de Cottolengo-: los que, no siendo acogidos por ningún otro Instituto caritativo, son rechazados por todos y, según la concepción del mundo, el desecho de la sociedad.”
“La Casa está lista: está ubicada en Lanús, a las puertas de la populosa ciudad de Buenos Aires” y también comunicó los nombres de las Hermanas elegidas y las fechas de las celebraciones de despedida, que tendrían lugar en Tortona y Génova.
El 2 de diciembre por la mañana, en la Capilla de San Bernardino, Don Orione admitió a la primera profesión religiosa a tres de las que partían y recibió los votos perpetuos de las otras tres. Por la tarde, en la iglesia parroquial de San Miguel, tuvo lugar una función de despedida con la entrega de los crucifijos por parte del obispo diocesano Mons. Simón Pietro Grassi. Por la tarde, las Hermanas partieron hacia Génova, donde les esperaba una segunda ceremonia de despedida, que tuvo lugar la tarde del 6 de diciembre en la Capilla del Pequeño Cottolengo de Santa Caterina.
Don Orione, dirigió un cálido discurso a los bienhechores que acudieron en gran número, tuvo palabras de consuelo y aliento para las Misioneras:
“Vayan, pobres hijas de Dios, humildes Hermanas que salen de esta Casa de caridad, que es el Pequeño Cottolengo. Nuestra oración las seguirá siempre y todos los días de su vida. Nosotros las recordaremos siempre, cada vez que nuestro corazón eleva su voz al Señor; ya desde este momento les prometemos, delante del Tabernáculo del Señor, que no las olvidaremos nunca y que rezaremos siempre por ustedes (…)”
“Ustedes dejan Italia, dejan su pueblo, su madre, su padre, sus hermanos, las personas más queridas, sus Hermanas de religión, que han venido aquí para testimoniar de alguna manera su afecto (…). Que los Santos protectores de nuestra humilde Congregación las acompañen en el camino (…). Vayan a llevar la luz de Dios, la luz de la fe, la gracia, lleven la bendición del Señor a todas aquellas almas que van suspirando, quizás inconscientemente, buscando y esperando su apostolado y su santa misión”.
Este legado que las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad han traído a nuestras tierras, no solo honra los preceptos de Don Orione, sino que también revitaliza nuestra fe y compromiso con los más vulnerables.
Su llegada marca un nuevo capítulo de esperanza y amor en Argentina y América Latina, recordándonos que, con cada acto de caridad, construimos un mundo más justo y fraterno.
Sigamos inspirados por su ejemplo y trabajemos juntos para llevar adelante la misión de Don Orione, siendo faros de luz en las vidas de quienes más lo necesitan.