
El Apóstol de la Caridad fue un santo prolífico, que cautivó con su obra y carisma a muchos devotos, a través de una fe vivida en heroísmo pero también de una forma muy concreta y práctica.
El 16 de mayo de 2004, el Papa Juan Pablo II declaró santo a Don Orione, cuya vida y obra son un vivo testimonio de “un Evangelio encarnado entre los pobres de Jesús”.
Revivimos la alegría del día en que la Iglesia reconoció sus virtudes y pedimos a nuestro Santo Fundador que nos renueve en el carisma que nos ha regalado.
La caridad salvará al mundo
San Luis Orione nació en Pontecurone, Italia, el 23 de junio de 1872, en el seno de una familia de clase trabajadora. El contacto con tantas injusticias sociales y un mundo que iba descristianizándose hizo que elevara la bandera de la caridad de Cristo.
Dedicó su vida a amar y servir al Señor en los más humildes, en los más pobres y desposeídos.
Muy joven, aún seminarista, comenzó su labor social y evangélica. Creó institutos educativos para jóvenes marginados y hogares para personas con discapacidad.
En 1915 fundó las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, llamadas a ser madres y hermanas de los pobres.
Su obra actualmente está presente en distintos continentes y es el reflejo de su camino de santidad que, lejos de remitirse solo al ámbito de la Iglesia, pretendió llegar hasta lo más profundo de la sociedad y sus estructuras.
Partió a su encuentro con el Padre el 12 de marzo de 1940. El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 26 de octubre de 1980 y proclamó santo el 16 de mayo de 2004.
Su corazón se quedó para siempre en Argentina. A partir de 2000 se encuentra en el santuario del Cottolengo ubicado en Claypole, provincia de Buenos Aires.