Hoy celebramos a Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de nuestra Provincia Religiosa y de toda América.
Queremos compartir con ustedes su historia, guiadas por la luz de su amor maternal y las enseñanzas de nuestro fundador, Don Orione.
Historia de la Virgen de Guadalupe
La Virgen de Guadalupe es una de las advocaciones marianas más veneradas en el mundo, especialmente en América.
“Del 9 al 12 de diciembre de 1531, apenas diez días después de la conquista de Tenochtitlán (México) por los españoles, la Santísima Virgen se apareció a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, oriundo del lugar, en el cerro del Tepeyac. La Virgen lo nombró su mensajero ante el obispo, fray Juan de Zumárraga, para que se construyera un templo.” (Misal Romano Cotidiano)
“La prueba de que las palabras de Juan Diego eran ciertas fueron las rosas que llevó en su tilma y la preciosa imagen que apareció dibujada en ella. El lugar exacto era llamado Cuantlalapan, nombre que los españoles corrompieron en Guadalupe, pensando sin duda, en otro santuario mariano, muy hermoso, situado en Extremadura (España) y de esta última denominación. En el lugar de la aparición, solía rendirse culto a la divinidad Tonantzin Cilmacoátl,” (Misal Romano Cotidiano)
A partir de 1747 la Virgen de Guadalupe fue venerada como patrona de México y en 1910 fue declarada patrona de América.
Su imagen, que muestra una mezcla de elementos indígenas y españoles, se convirtió en un símbolo de esperanza y protección para los pueblos americanos.
“Dios y Padre de misericordia, que has puesto a tu pueblo bajo la especial protección de la santísima Madre de tu Hijo, concede a cuantos invocan a la Virgen de Guadalupe procurar con fe diligente el progreso de los pueblos por el camino de la justicia y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.” (Misal Romano Cotidiano)
Espiritualidad Mariana
(Fragmento del libro “LA HERENCIA DEL CARISMA DESDE UNA ÓPTICA FEMENINA” – Hermana María Priscila Oliveira – PEQUEÑAS HERMANAS MISIONERAS DE LA CARIDAD SAN LUIS ORIONE)
Don Orione vivía aferrado a una tiernísima y filial devoción a la Madre de Dios y Madre nuestra, la “Celestial Fundadora” de su Instituto, como le gustaba decir: “la Pequeña Obra es obra de Su maternal bondad: a Ella está especialmente consagrada. Nuestro Instituto es un hijito suyo; como ya otra vez les he dicho, está bajo las alas de la Divina Providencia como un pollito, y vive y camina bajo el manto de María”.
Esta mística alimentó y acompañó la vida del santo y su misión apostólica, en un maravilloso proceso de amistad, filiación, entrega, asimilación de las virtudes de María y amor perenne.
“La Virgen llama nuestra Congregación a ser una Congregación Mariana, que vive del amor a Dios, a la Iglesia y a los pobres, pero a través del amor y todo con el amor a María, que la lleva adelante y la guía como quiera el Señor…“. “Nuestra Congregación tiene un mosaico de devociones a la Virgen: Nuestra Señora de la Divina Providencia, del Buen Consejo, del Carmen, de la Guardia, que se ha desarrollado más cerca nuestro; Nuestra Señora de las Flores, cuyo santuario principal se encuentra en Villa Moffa. Después la Congregación tiene su devoción mariana especial, casi su particularidad y distinción, en el culto a la Madre de Dios, a la Maternidad divina de María… Pero, más que un mosaico, podría decir que esta variedad de títulos marianos es el canto, el himno y el poema de la Congregación a la Virgen… Es el mismo amor a María en múltiples aspectos, en distintas formas, incluso las más populares, las que le gustan al pueblo…” .
María, la llena de gracia, es la Madre del Verbo Encarnado, es Madre de cada uno de nosotros, es Madre de nuestra Familia Religiosa y es la Madre de la Iglesia. Ella nos ama y nos protege en cada una de nuestras necesidades, especialmente en la de ser fieles a las vocaciones que Dios ha puesto bajo nuestra responsabilidad. Ella es la aurora de cada día de toda criatura que Dios ha confiado a nuestra protección
Don Orione y la Virgen
Don Orione, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, tenía una profunda devoción a la Virgen María, a quien consideraba la gran madre y protectora de su obra.
“Nuestras madres pasan, mueren: María, Madre de nuestras madres, es la gran Madre que no muere. Han pasado veinte siglos, y está más viva hoy que cuando cantó el Magníficat y profetizó que todas las generaciones La llamarían bienaventurada”.
“María sigue, vive y sigue, porque Dios quiere que todas las generaciones la sientan y la tengan por Madre. María es la gran Madre que resplandece de gloria y de amor en el horizonte del cristianismo, es guía y consuelo para cada uno de nosotros: es poderosa y misericordiosa Madre para todos los que la llaman y la invocan”.
“Es la misericordiosa y santísima Madre que siempre escucha los gemidos de quien sufre, que enseguida corre a cumplir nuestras súplicas”.