65 años de un legado de amor y servicio
Hna. María Jesús Nieva
La historia de esta casa es también nuestra historia, la de las Hermanas de Don Orione, quienes llegamos a Sáenz Peña con la finalidad de servir a los más necesitados.
Antes de que nos estableciéramos aquí, este edificio había sido un asilo de ancianos protegido por Damas de Beneficencia. Luego, en 1950, pasó a ser parte de la Fundación Eva Perón, convirtiéndose en un centro de distribución de ropa y mercaderías para los más carenciados.
En 1956, se transformó en la Escuela Normal, que funcionó por dos años antes de trasladarse. Luego, fue sede de un Laboratorio Asistencial, que operó por poco tiempo. Pero en 1959, tras una gran inundación, el querido Padre Luis
Smiriglio, religioso de Don Orione, solicitó al Gobierno del Chaco el uso de este edificio para albergar a ancianos en situación de vulnerabilidad, hasta que se construyera el Pequeño Cottolengo Don Orione en un terreno donado por la señora Serafina F. de Ranseyer.
Un nuevo hogar para servir
El 12 de marzo de 1960, una fecha muy significativa para nosotras porque se cumplían 20 años del fallecimiento de nuestro querido fundador, San Luis Orione, nos fue entregado el Pequeño Cottolengo Chaqueño. Aquel día, con gran alegría y compromiso, recibimos en nuestro corazón la misión de cuidar a los 19 ancianos y 6 mujeres que vivían en el hogar.
A las 19:00, el Padre Luis Smiriglio celebró la Santa Misa, en un acto cargado de emoción. Entre los asistentes estuvieron el intendente de Sáenz Peña Miguel Scacciaferro, el concejal Antonio Cipolini, el Padre Tiburcio, el
Padre Foglia y muchas personas que querían a Don Orione y compartían nuestro sueño de caridad. También nos acompañaron nuestras hermanas de Buenos Aires, quienes viajaron hasta Itatí para implorar la protección de la Santísima Virgen antes de llegar a Sáenz Peña. Entre ellas, la Madre Provincial María Rita, la Hermana María de
Luján, las Hermanas, María Imelda, María Aurelia y María Araceli (novicia), que el 17 fundarían la casa de Barranqueras, y las tres hermanas que quedarían en esta Casa: María Berta, María Clotilde y María Adelina, que no
pudieron establecerse definitivamente sino hasta el 18 de marzo debido a que aún trabajaban los obreros.
Una casa que sigue siendo un refugio
El tiempo pasó y, cuando el Pequeño Cottolengo se trasladó a su ubicación definitiva, esta casa continuó su labor. Primero se convirtió en un Hogar de Niñas, donde muchas pequeñas encontraron un hogar, educación y amor.
Hoy, sigue siendo un espacio de contención, funcionando como un Centro de Integración y Fortalecimiento Familiar (CIFF), donde se acoge y acompaña a quienes más lo necesitan y se trabaja incansablemente para
brindar oportunidades y mejorar la calidad de vida de los más pequeños.
Nuestra llegada a Sáenz Peña marcó el inicio de un camino de servicio que sigue vigente.
Miramos hacia atrás y vemos el esfuerzo, el sacrificio y el amor que tantas hermanas han puesto en esta obra. Y miramos hacia adelante con la certeza de que el espíritu de Don Orione sigue vivo en cada gesto de amor y servicio que, junto a las personas que colaboran con nosotras, brindamos día a día.